La falta de deseo, en el podio de las disfunciones femeninas

Especialistas del Hospital Durand estudiaron el comportamiento de 453 mujeres y comprobaron que el 44% presentaba alteraciones del deseo y también durante el orgasmo. Recetas para solucionarlo.
Pareja
 
La disminución del deseo sexual suele ir acomodándose en la cama en silencio. Hay quienes leen esa falta de ganas como el síntoma de una catástrofe inminente: una pareja que no va más, una infidelidad mal disimulada o el precio de la rutina. Otros comprenden que el deseo sexual no es una perilla que se enciende por generación espontánea. Lo cierto es que esta falta de apetito sexual –de ahí que informalmente se la haya empezado a llamar ‘anorexia sexual’– ya afecta casi a la mitad de las mujeres que llegan a la consulta.
La División Ginecología del Hospital Durand midió la prevalencia de disfunciones sexuales entre 453 mujeres atendidas en los últimos dos años (tanto quienes consultaron por alguna alteración en la respuesta sexual como quienes fueron a los controles ginecológicos de rutina). El resultado – presentado en el Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Medicina Sexual, en septiembre – mostró que un 44% de ellas tenía una alteración del deseo, justamente la chispa que suele condicionar todo lo que sigue. Cuatro de cada 10 presentaron alteraciones en el orgasmo, un 14% en la excitación y otro 14%, dolor en el coito.
“El hecho de que se esté perdiendo el deseo entre los más jóvenes nos lleva a pensar que no tiene que ver con razones fisiológicas (como la disminución de hormonas durante el climaterio) sino con hábitos sexuales o parámetros culturales”, razona Beatriz Literat, médica sexóloga y ginecóloga de Halitus. “Por lo general, la sensación es que la iniciación sexual temprana, la libertad de no tener que comprometerse y de poder tener relaciones sexuales sin demasiada trascendencia o que haya mujeres que cuentan en los medios las cirugías que se hicieron, derivaron en una pérdida de la curiosidad, del misterio, de lo espontáneo. Hoy muchas chicas incluso se preguntan: ¿Será así o habrá tomado Viagra? Todo esto desestimula mucho el deseo”.
Sin embargo, son pocas las que llegan al consultorio habiendo despejado la X: “Muchas de ellas, recién en la confianza de la consulta ginecológica, cuentan que sienten dolor, ardor o molestias después de una relación sexual. Eso, por lo general, se debe a la falta de lubricación, porque muchas parejas van directo a la penetración antes de que se inicie la excitación”, describe Alicia Figueroa, tocoginecóloga del Hospital Durand. La falta de deseo parece entonces un escudo contra el dolor que vendrá.
Si bien las causas del deseo sexual inhibido pueden buscarse en el climaterio, en historias de abuso, en personas atrapadas por el estrés o la depresión y hasta en prejuicios religiosos y morales, la mayoría de las veces son psicológicas, culturales o relacionadas con la dinámica vincular. “Hay un malentendido con respecto a las características propias del deseo: se lo espera siempre ligado a lo natural, a lo espontáneo, a lo instintivo. Y en la sexualidad pareciera que es un mal síntoma tener que ir en busca del deseo. Así muchas parejas se apoltronan, convencidas de que el deseo sólo llega como maripositas en la panza, lo que sucede por lo general sólo al principio de cada relación”, explica la psicóloga y sexóloga Adriana Arias. “Por eso un tratamiento efectivo consiste en reeducar los hábitos de la pareja: enseñarles a eliminar la cabeza, enemiga de la erótica, y motivarlos a que usen la imaginación y construyan fantasías, el verdadero lenguaje de la erótica”.
Lo cierto es que cuando llegan a la consulta –las pocas veces que llegan de a dos– los especialistas se encuentran con que cargan con una lista de sobreentendidos o malentendidos (incluso quienes llevan décadas en pareja): “Ella cuenta ‘él va directo a la penetración y no hace nada para que me excite antes’ y él se queda helado porque creía que estaba chocha por su rendimiento”, describe Arias. “Otros no se atreven a construir fantasías porque suelen pensar que son las hermanas bobas de la realidad. Por ejemplo, la mayoría de las mujeres fantasean con incluir a otras mujeres en la cama y eso no las convierte en homosexuales reprimidas”, explica.
Existe una receta para no resignarse a ir a la cama sólo para dormir cola con cola. La tiene Arias: “Ganas de tener ganas”.

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